En el 2008 realizamos un reconocimiento preliminar de la zona  intermedia entre los sitios  ya conocidos dentro de la literatura arqueológica, El Zape y Loma San Gabriel. Con este fin utilizamos al Río Sextín como unidad de estudio trabajando en los Municipios de San Bernardo y El Oro. El equipo registró 29 sitios arqueológicos (incluyendo contextos prehispánicos y posteriores) a lo largo del valle.

Iniciamos el estudio en las inmediaciones de Sta. Cruz de Tepehuanes (Pueblo Chilero), por haber sido una visita misional en el siglo XVII lo cual permitió constatar con el registro una variabilidad temporal amplia en los contextos registrados.

Este proyecto se realiza como parte de las actividades del Cuerpo Académico en Consolidación:

Historia de las Identidades del Norte de México (IIH-UJED) en el que participan el Dr. José de la Cruz Pacheco Rojas, Dr. Miguel de Jesús Vallebueno Garcinava y Dr. Luis Carlos Quiñones Hernández.

El valle del Sextín es un paisaje rico en historia. Como evidencia de su presencia, los primeros habitantes dejaron concentraciones del material que desechaban al hacer sus herramientas de piedra. En algunos de estos lugares el equipo encontró herramientas de molienda (manos y metates). Todos de los contextos sin cerámica carecían de arquitectura, menos uno, el mas extenso en área (3196 km2), en el que se registraron alineamientos que pudieron servir como bases para “rompe vientos” construidos de ramas  y pasto, característicos de grupos de cazadores recolectores.

Los sitios con cerámica prehispánica que encontramos incluyen varios asentamientos de distintos tamaños. La mayoría de los sitios incluyen conjuntos con casi una docena de estructuras marcadas por alineamientos sencillos y dobles que sujetaban una estructura perecedera de bajareque. Durante nuestro recorrido también registramos un pueblo complejo con estructuras cuadradas contiguas y dos plazas en las que se realizaban las actividades comunales del grupo.

Los arqueólogos registraron entre la variedad de restos arqueológicos, espacios relacionados a la vista misional de Santa Cruz de Nazas (como se conocía en el siglo XVII) que documentan este momento de contacto introduciendo nuevos modos de vida y cambios poblaciones que resultó en la apropiación de distintos espacios en el valle y la incorporación de nuevas tecnologías al conjunto de herramientas  que acostumbraban los habitantes locales. Además vemos con este periodo la aparición de minas y haciendas que cambiaron la organización económica del valle para siempre que resultó en cambios  a la composición demográficas de la zona.

El auge minero que vió Durango durante el siglo XIX resulto en que ciertas familias dejaran como testigo de su riqueza, obras de elaborada cantera reflejando los gustos de la clase acomodada de la región en esos tiempos.

Entre los sitios que registramos de esta época se encuentra un rancho, un panteón y una casa cuyos detalles hablan de familias que encontraron su fortuna en los recursos que ofrece el valle.

La actividad minera continuó como una de las actividades económicas más importantes de la región hasta los mil novecientos setentas.  En el poblado de Magistral del Oro se pueden apreciar las antiguas instalaciones de las compañías mineras como la Lustre Mining Co. y la Real del Monte extrajeron oro, plata y otros minerales de la zona. La maquinaria que hoy se oxida en el lugar, cuenta la larga historia en la que trabajadores de la zona contribuyeron a la riqueza de Durango  comenzando con su descubrimiento en el siglo XVII y hasta finales del siglo XX.

En este momento el PAS se encuentra en la fase de análisis y la elaboración del informe preliminar de resultados para su entrega al Instituto Nacional de Antropología e Historia. Este trabajo asentará las bases para futuros trabajos en la zona a la cual se dedicaran futuras temporadas de campo.

Entre los trabajos en proceso también se encuentran dos tesis de licenciatura en arqueología de la UASLP.